¿Estás empezando en el mundo del diseño, la publicidad o alguna carrera creativa y no tienes idea de cómo armar tu portafolio? Tranquilo, todos empezamos así. Y la buena noticia es que no necesitas tener mil trabajos para mostrar tu talento. Solo necesitas mostrar lo que sabes hacer, cómo piensas y hacia dónde vas.
¿Qué es un portafolio y por qué es tan importante?
Piensa en tu portafolio como tu carta de presentación visual. Es lo que te va a ayudar a conseguir prácticas, trabajos o clientes. Es donde muestras no solo lo que haces, sino cómo lo haces. Es tu “hola, esto soy yo” pero en versión creativa.
Un buen portafolio dice más de ti que un CV. Muestra tu estilo, tus ideas, tu proceso. No importa si estás empezando y aún no tienes clientes reales, puedes crear piezas ficticias que demuestren tu capacidad para resolver problemas creativos.
Ahora sí: ¿Cómo lo creamos desde cero?
1. Empieza con lo que tienes (aunque creas que es poco)
¿Hiciste un afiche para un amigo? ¿Un logo para un emprendimiento familiar? ¿Un proyecto para clase que te encantó? Todo eso vale. Lo importante es que selecciones lo mejor que tengas y lo presentes con intención.
Y si no tienes nada todavía, crea proyectos ficticios. Por ejemplo, inventa una marca de café, una campaña para una causa social o un rediseño de una app conocida. Así demuestras que tienes iniciativa y sabes aplicar tus conocimientos.
2. Muestra el proceso, no solo el resultado
No basta con poner una imagen bonita. A los reclutadores o clientes les interesa ver cómo llegaste a esa solución: ¿Qué problema resolvías? ¿Qué referencias tuviste? ¿Qué decisiones tomaste en el camino? Agrega bocetos, moodboards, wireframes, ideas descartadas… eso cuenta muchísimo.
Tu pensamiento creativo es lo que te diferencia.
3. Organiza tu portafolio como si contaras una historia
No pongas las piezas al azar. Piensa en cómo quieres que te vean: ¿estratégico?, ¿creativo?, ¿versátil? Elige 4 a 6 trabajos que representen tu estilo y acomódalos de manera que cuenten algo sobre ti.
Empieza fuerte (con tu mejor proyecto), mantén el interés al medio, y termina con otro que impacte o que deje una buena sensación.
4. Cuida el diseño (sí, también el del portafolio)
No sirve de nada tener buenos trabajos si los presentas en una plantilla aburrida o desordenada. Tu portafolio también es un proyecto de diseño. Usa una tipografía clara, cuida los espacios, el orden y que todo se vea coherente.
¿Y si no sabes diseñar aún? Usa herramientas como Behance, Canva o Notion, que te permiten armar algo visual sin complicarte.
5. Actualízalo y adáptalo según a quién se lo muestres
Tu portafolio no es algo que haces una vez y ya. Es algo vivo. A medida que crezcas, actualízalo con nuevos proyectos y saca los antiguos. También puedes tener versiones distintas: uno para buscar prácticas, otro para trabajos freelance, o uno específico para diseño gráfico, por ejemplo.
¿Listo para empezar?
Crear un portafolio desde cero puede parecer intimidante, pero en realidad es una oportunidad para mostrar quién eres y qué te apasiona. No tiene que ser perfecto, pero sí auténtico. Lo importante es empezar, mostrar tu proceso y actualizarlo a medida que creces.
En el IPP comienzas a construirlo desde el primer ciclo, con proyectos reales y en acompañamiento de docentes que trabajan en la industria.
👉 Conoce más sobre nuestra carrera de Diseño Publicitario en el IPP y empieza a crear tu manera de cambiar el mundo: https://www.ipp.edu.pe/carreras/diseno-publicitario/